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Hacia una industria de baterías de litio en Chile


Contar con las mayores reservas de litio del mundo no garantiza la posibilidad de capitalizarlo en ventajas para la creación de un sector fabricante de dichos acumuladores de energía.


El discurso en torno al establecimiento de una industria de fabricación de baterías de litio en Chile, o la mejora de la cadena de valor asociada a esta tecnología, ha ganado voces últimamente. El argumento se basa en que nuestro país cuenta con las mayores reservas de litio del mundo, lo que generaría una oportunidad de evolucionar de la exportación de materias primas a un papel manufacturero de tecnología. No obstante, surgen preguntas fundamentales: ¿La posesión de una materia prima significa una ventaja en el establecimiento de un sector manufacturero que gire en torno a ella? ¿Tenemos una ventaja inherente debido a que poseemos las mayores reservas de litio a nivel mundial? 

Si bien el concepto básico de una batería de iones de litio puede parecer sencillo, el proceso de fabricación real es la culminación de la comprensión científica de frontera y la ingeniería avanzada. Además, la ubicuidad de las baterías en nuestras interacciones diarias con los dispositivos electrónicos podría fomentar la percepción de que son más simples de lo que creemos. 

La complejidad de fabricar baterías de litio radica en una intrincada combinación de química, ciencia de materiales, ingeniería, consideraciones ambientales y de seguridad, medidas de control de calidad e investigación y desarrollo continuos e intensivos. 

El término “batería de litio” puede ser engañoso, dado que el litio constituye una porción relativamente pequeña de la composición general de tales baterías. La nomenclatura surge del hecho de que este mineral juega un papel crucial en las reacciones electroquímicas y la funcionalidad de la batería, aunque su aporte en contenido es muy modesto. En efecto, el litio no aporta más de un 4% en el peso de una batería, muy por debajo de otros materiales como el grafito, aluminio, cobre, níquel, manganeso y cobalto.

El litio es fundamental en toda batería de litio, pero para fabricar estos acumuladores en Chile −o incluso solo sus cátodos− se requerirían relevantes importaciones de grafito desde China, cobalto desde el Congo, además de níquel, manganeso, aluminio, etc. China controla el 40% del cobalto mundial y un tercio del litio, además de refinar prácticamente todo el manganeso y más de la mitad del cobalto, grafito, litio y níquel mundial. Por otro lado, la fabricación de baterías es demandante en energía, la cual es costosa en Chile. 

Por otro lado, una vez fabricadas, las baterías o sus cátodos tendrían que exportarse a las industrias de ensamblaje donde se fabrican los vehículos eléctricos y componentes electrónicos. En ese sentido, no parece sensato ni sustentable traer toneladas de diversas materias primas desde el otro lado del mundo, para luego volver a exportarlas a las antípodas, a excepción de Brasil, octavo fabricante mundial de vehículos.

Sin embargo, el desarrollo de un país no necesariamente depende de grandes reservas de minerales, sino que más bien de la vocación de desarrollo tecnológico e industrial. Ejemplos hay muchos, tales como Japón, Corea del Sur, Singapur, Suiza y Taiwán. 

Ventajas competitivas y desarrollo

Debemos dejar de atar nuestro desarrollo a las materias primas que exportamos y, en lugar de eso, desarrollar ventajas competitivas en innovación, educación, mano de obra calificada y políticas económicas favorables para inversión tecnológica. 

Actualmente, no tenemos experiencia ni un ecosistema industrializado o manufacturero, lo que se traduce en pocos proveedores y servicios especializados que nutran y potencien el desarrollo tecnológico. Sin embargo, en los últimos años han aparecido pequeñas empresas nacionales desarrollando tecnología avanzada. 

Es notable, por cierto, que estas firmas no se hayan enfocado en darle valor agregado a las principales materias primas que producimos, sino que se han centrado en ideas innovadoras impulsadas por principios y propósitos globales y soportadas por la calidad del capital humano existente en el país. Si bien estas empresas proveen productos y servicios a las grandes productoras de materias primas, es debido a que son los clientes naturales a nivel nacional, pero podrían proveer productos y servicios tecnológicos a cualquier industria en el mundo.

Si dichas compañías lograran consolidarse e importar sus productos, podrían finalmente pavimentar el camino al desarrollo en base a nuestros recursos humanos y dejando en segundo plano nuestros recursos naturales.

 

Javier Pereda

Miembro del Centro de Energía UC

Académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica

Pontificia Universidad Católica de Chile

 

Este artículo se publicó originalmente en la versión N°281 de Revista Electricidad.


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Información

eventFecha de publicación

30 de agosto del 2023

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Opinión
Autores
Foto de: Javier Pereda

Javier Pereda

 

Profesor Asociado

FACULTAD DE INGENIERÍA

DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA ELÉCTRICA

Áreas de Interés:

Investigación y desarrollo de tecnologías en conversión de energía a través de la electrónica de potencia, con énfasis en aplicaciones de electromovilidad, energías renovables, almacenamiento de energía, sistemas eléctricos y accionamientos industriales.

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